¿Por qué viajar?


Anaely mirando a travez de una ventana desde el interior del faro del morroLa primera vez que abordé un avión para viajar fue cuando tenía 15 años. Y no porque mis padres no pudieran haberme dado esa experiencia antes debido a escasez económica, aunque eso también era verdad. El motivo principal es que donde yo vivía, los residentes (aún hoy) no pueden salir a otros lugares libremente. Tienen que pedir un permiso y pasar por mucha burocracia para que alguien decida si pueden o no salir de la isla. Estas tres oraciones aunque parezcan surrealistas, es la realidad de millones de personas que tienen la desgracia, y la dicha, de nacer en Cuba. El precio a pagar por la libertad es dejarlo todo atrás, tu hogar, familia, amigos, planes futuros (¿Qué futuro?), y empezar de cero. Algunos dirán que es un precio justo, pero justo sería que estas cosas no fueran necesarias.

Yo tuve suerte, 15 años no son nada. Hay personas que viven toda una vida sin poder salir de Cuba. Muchos no pueden o ni lo intentan, pesaría mas el desgaste emocional y económico de intentarlo una y cien veces sin un resultado satisfactorio. O tal vez, a pesar de los pesares en los cuales no abundaré aquí, no le ven sentido a irse a un lugar desconocido y tener que empezar una vida de cero, en muchos casos sin familia ni amigos. Para algunos es mejor malo conocido que bueno por conocer. 

Cuando se nace preso en una isla, no es hasta que sales que eres capar de darte cuenta de lo grande que es el mundo, aunque tome tiempo desempolvarse el gorrión posado en el hombro y aclarar la vista soñolienta del letargo caribeño. 

Viajar y conocer el mundo es uno de los regalos mas valiosos que recibí al poder salir de Cuba. Cada viaje que he hecho desde entonces me ha enseñado algo y engrandecido el alma. Es por eso que mi esposo y yo nos hemos propuesto enseñarle tanto como podamos del mundo a nuestra hija. Que aprenda que nuestro planeta es enorme, lleno de personas diferentes y a la vez iguales a nosotros. Que en nuestras diferencias podemos encontrar familiaridad, a través de la cocina, los valores familiares y muchas otras cosas que solo se descubren explorando y abriéndonos a los desconocido. Yo he ido aprendiendo y continuaré a la par de ella, porque viví 15 años con personas que en su mayoría actuaban, pensaban y tenían las mismas costumbres que yo, y sólo vine a conocer personas de otras nacionalidades a los 15 años.

La realidad es que no soy tan aventurera como algunos puedan pensar, hay muchas cosas que me dan miedo, sobre todo ahora que soy madre, pero me sobrepongo a ellas porque mi deseo de conocer el mundo es mayor. Y porque reconozco que es normal temer lo desconocido, lo importante es saber seguir adelante. Con cada nueva experiencia se rompen nuevas barreras y es mi intención comenzar a plasmarlas en este blog, las experiencias, y por qué no, también las barreras.


"I must not fear. Fear is the mind-killer. Fear is the little-death that brings total obliteration. I will face my fear. I will permit it to pass over me and through me. And when it has gone past I will turn the inner eye to see its path. Where the fear has gone there will be nothing. Only I will remain."
 
- Frank Hebert, Dune
 
[ENGLISH BELOW]

The first time I got on a plane I was 15 years old. It's true that I don't think my parents had the financial means to have been able to do it sooner, but aside from that, the main reason was because where I was born, people (to this day) can't just travel anywhere they please. They have to ask for permission and cut through a bunch of red tape so someone else can decide whether or not they can leave the island. This might seem surreal to some, but unfortunately is the everyday life of millions of people that for better or worse are born in Cuba. The price to pay for freedom is leaving everything behind, your home, family, friends, future plans (what future?), and start from scratch in a new country. Some might say it's a fair price to pay, but fair would be that these things didn't happen.

I was lucky, 15 years is nothing. There are people that spend their whole lives without having the chance to leave Cuba. Many can't or don't even try, the emotional and financial strain would not be worth it. Or maybe they don't see the point of going to a new country, in most cases without family or friends, and having to rebuild their lives from nothing.

Being able to travel and explore the world is one of the most valuable gifts that I received once I was able to leave Cuba. Every trip since then has taught me something and filled my soul. That's why my husband and I have made it our goal to show our daughter as much of this world as we can. We want her to know that our planet is not only big, but also full of people that may seem different but in the end are very similar to us. That in our differences we can find familiarity through food, family values and many other things that you can only discover exploring and opening yourself to the unknown. I have been learning and will continue this journey along my daughter, because for 15 years I lived next to people that for the most part were very similar to me, and it wasn't until I was 15 that I for the first time came to really know and engage with people of other nationalities and cultures.

The truth is that I'm not as adventurous as some might think, there are many things that scare me, specially now that I'm a mom. But I overcome those fears because my desire to explore the world is bigger. And because I recognize that being afraid of what we don't know is normal, the important thing is being able to move forward. With each new experience I break down my personal walls and my intention is to start keeping record of those experiences in this blog.


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